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El mapa de la riqueza: Algunos proyectos productivos en las regiones

El mapa de la riqueza: Algunos proyectos productivos en las regiones

El mapa de la pobreza es conocido. El Gobierno lo usa para elaborar sus políticas sociales. Sin embargo, por qué no hacer lo inverso. Aquí se presenta un esbozo de proyectos de las localidades más “pobres” del país.

Pankerensi es un caserío indígena de 19 viviendas situado en la provincia de Purus (Ucayali), que colinda con Madre de Dios y Brasil. Al igual que Gastabala, Santa Margarita, Laureano y Monterrey, está a orillas del río Alto Purus, la única vía de acceso a la zona. Con una economía de subsistencia, lo común para sus pobladores era que los huevos, el maíz, el arroz, entre otros productos de pan llevar, arribaran en barcazas cada dos meses y se intercambiaran por productos de la zona y por artesanías. Pero un buen día eso cambió.

El vocablo Pankerensi significa "cosecha de lo que siembras". Y eso fue precisamente lo que el caserío se propuso. Cansados de su suerte, con mucho esfuerzo lograron adquirir algunas gallinas, algo "chuscas", pero eso no importaba. Igual eran capaces de poner huevos. Y allí empezó el gran cambio. Hoy el caserío produce entre 1.500 y 2.000 huevos al mes, más que suficientes para proveer a toda la zona. Los excedentes se comercializan en los poblados fronterizos del Brasil, gracias a lo cual han creado una economía, incipiente pero economía al fin. Y si bien no es mucho lo que ganan, ha sido suficiente para invertir en la diversificación del negocio. Ya se inició la siembre de maíz y arroz para proveer a la zona. Es más, como el lenguaje en la zona no es el mismo (existen muchas comunidades con lenguas propias), están invirtiendo en profesores para homogeneizar el idioma, al menos el comercial.

Subdesarrollo mental

¿Cómo se sentiría un ser humano si todo el tiempo le repitiesen que se lamentan por él, que la zona donde vive es de pobreza extrema y que sus posibilidades de salir adelante son nulas? Debe ser desesperanzador. Y eso es lo que sentían los pobladores de Huancapi (Ayacucho). "Somos pobres, aquí no hay nada para aprovechar", era su queja permanente. Como muestra estaban los cerros polvorientos que rodeaban la ciudad. Como otros lugares del Perú, los programas sociales eran su única aspiración.

Su estrechez de pensamiento, sin embargo, no solo los hacia odiar su situación y tal vez a sí mismos, sino que les impedía ver el potencial que esos cerros escondían. Durante algunos meses del año, el polvo de los cerros cede su lugar a unas plantas toscas de poco valor, al menos eso creían ellos. Pero estaban equivocados, pues la muña es una planta que cada día gana más espacio entre los productos filtrantes y para la salud. Procesarla y comercializarla era la salida para ellos.

Las oportunidades están allí, en todas partes. No serán grandes proyectos como Camisea, Las Bambas o Bayóvar, pero sirven para que las comunidades puedan mejorar sus condiciones de vida. Y la única forma de descubrirlas es cambiando de mentalidad. Es por ello que la Escuela Mayor de Alcaldes del Perú, formada durante la reunión de la Asamblea de Municipalidades realizada en Huamanga hace 19 años, decidió recolectar proyectos, sin importar su tamaño, para demostrarle al resto de alcaldes locales que el progreso sí es posible. Solo es cuestión de sacudirse los temores propios. La idea, denominada "mapa de riqueza", al parecer ha calado, y la cooperación japonesa ha decidido apoyarla. Se recolectarán casos exitosos y se financiarán los proyectos locales que se identifiquen.

Pensar en grande

El proceso de descentralización no camina al ritmo que muchos quisieran, pero tiene algunos avances que deberían destacarse. El 67% de las más de 2.000 municipalidades del país cuenta con planes de desarrollo, el 64% tiene una mesa de concertación y el 50% dispone de un equipo técnico de planificación. Sin embargo, hay algo que impide aprovechar las potencialidades que pueden tener cada uno de los distritos del país. Existe un conflicto por repartirse el exiguo presupuesto del Estado y se trabaja de espaldas al sector privado, que podría identificar de manera más rápida y eficiente las oportunidades de negocio, además de multiplicar exponencialmente el dinero disponible para invertir. Esa es su especialidad y, sin embargo, ningún plan de desarrollo, mesa de concertación o programa de lucha contra la pobreza ha logrado incorporarlos. Se quiere el desarrollo, pero no se invita al sector privado a participar o este no asiste.

La caleta de San José, en Lambayeque, es una más de las que se distribuyen a lo largo de la costa peruana. Pero su gobierno local es igual de emprendedor que el de Pankerensi. Con algo de su presupuesto decidió adquirir un remolque, con el que ofrece dicho servicio a los pescadores que desean orillar sus naves. El negocio, porque lo es realmente, le ha permitido obtener ingresos extras equivalentes a lo que percibían del Fondo de Compensación Municipal. ¿No sería mejor que dicho negocio lo preste un privado, pagándole una regalía al municipio? En lugar de un remolque, el sector privado podría no solo mejorar el servicio, sino dotar a la caleta de otras prestaciones. Pero para ello es importante romper el recelo de los privados hacia las municipalidades, que siempre han visto en ellos un medio para sacar dinero.

Concertación, esa es la palabra mágica. Y el Estado es el responsable e indicado para impulsarla. Potencial hay, y mucho, solo hace falta encausarlo adecuadamente.

Mayor diálogo

Además de infraestructura, servicios educativos y salud, mientras se crea una cultura emprendedora en el país, se requiere del uso de programas sociales eficientes, claramente focalizados y con capacidad de aceptar la opinión de la población. Caso contrario, solo generarán burocracia y malestar.

Prueba de ello fue Foncodes. En una decisión considerada acertada por los limeños, inició un proyecto para dotar del servicio de letrinas en la sierra, algo que incidiría positivamente en la salud de los beneficiados. Pero, oh sorpresa, las costosas letrinas no eran usadas, pues no había costumbre de hacerlo. Faltó una mayor comunicación entre la entidad y la población. Y así como ese, existen muchos ejemplos más. Y en un país en el que más de la mitad de la población está en situación de pobreza, no es posible darse el lujo de desperdiciar recursos.

(El Comercio – 2 de agosto del 2004)

1 comentario

carlos -

mira como todo mundo ya sabe el peru esta mal economicamente pero uno tiene que ser lo sificientemente capaz para salir adelante y lo que hicieron esos nativos de panqueresi me parece lo mejor porque con sus limitaciones an sabido salir adelante con sus propios esfuersos .