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Una noche en el viejo Jirón de la Unión (Parte I)

A los amigos y futuros amigos que hoy me acompañan agradezco su presencia. A los ausentes y al resto de mortales, etéreos e inmortales en general, recordarles que compartiré con gusto un espacio de mi vida y sueños con ellos, el día en que decidan ingresar a este mundo. Un mundo que es tan mío, como el horizonte azul del mar amigo donde pierdo la mirada cada mañana que, subida en una de esas máquinas rodantes, emigro hacia el otro lado de la ciudad.

Debo confesar, antes de comenzar con esta tormenta de frases y sentires, que a veces llamamos versos, que prefiero el dulce sabor de una galleta de chocolate deshaciéndose en mi boca, antes que el amargo e incierto sabor de la nicotina en mi lengua cada vez que, por ajena costumbre, decido fumar un cigarrillo comprado en la carretilla verde de la esquina por la que cruzo todas las noches de regreso a mi hogar.

Del mismo modo, puedo añadir que, preferiría mil veces hablar de la belleza del amor y la paz que con él encuentras, antes que de las intrigas, reproches y soledades que te deja cuando este se termina. Sin embargo, son precisamente estos momentos de intensa angustia y desazón donde busco y hallo, breves instantes de equilibrio entre mi ser yo y la otra mitad que es su ser él. Mi complemento de vida.

No tienes nombre, ni tiempo, ni edad,
mucho menos pasado ni futuro
en tu ojos encuentro el sosiego y la calma que busco
y con tus manos desdibujo el sendero que me llevo a la soledad.

AGONÍA

Ella buscó en su pasado y no lo encontró
Parecía que jamás hubiera existido
Sus manos clamaban justicia y sangre
Él aún le dolía
Para ser sólo un sueño había hecho mucho daño
Su rostro reflejaba las noches de insomnio

Tras la ventana su única compañía fue el silencio
La almohada de su cama nunca secó
En su cuarto
todos los muebles le hablaban

A coro gritaban que lo olvide
que no valía la pena
que no era real

Mas ella jamás los escuchó
Envuelta en su dolor sólo tenía oídos
para sus recuerdos
para sus lamentos
y cantaba:

Fueron tus ojos quienes mitigaron mi soledad
y las caricias de tus palabras las que me enseñaron el cariño

Fueron tus brazos mi refugio ideal
y la fuerza de tus manos mi vida y voluntad

Ahora ella lo espera hasta el cansancio
Busca en miradas ajenas sus pupilas traviesas e inseguras
Esa dulzura que sentenciaba a la pasión

Te esperaré más allá de las puertas
Te esperaré cruzando tus mares
Te esperaré ... más el amor quizás ya no.

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