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A Diego Lozano Quiroz o Quiroz Lozano (MI ABUELO):

A Diego Lozano Quiroz o Quiroz Lozano (MI ABUELO):

Cry Esta mañana muy temprano llamaron a mi padre. Su hermano, Walter le contaba que su padre había muerto. Hoy de seguro y una comitiva de Lima viaja hacia el Norte, Chepén, el lugar donde vivió por muchos años el abuelo y los hijos que de él nacieron.

Desconozco la circunstancias de la muerte del Abuelo, desconozco y reconozco que no tuve el valor de preguntar. En ese momento y ahora sólo sé que una parte de mi vida que desconocía ha muerto con el abuelo Diego. A través de este medio, si alguno de mis parientes que no conozco y aquellos que conozco, llegara a leer, quisiera llegara a ustedes mis condolencias y las de mi hermano y madre, por la nueva ausencia del querido patriarca de la familia Quiroz Lozano o Lozano Quiroz, que por equivocaciones de la memoria del abuelo y quizás también con ayuda de quien escribió las actas de nacimiento de los hijos y los documentos del abuelo, resultamos ser de la misma familia.

Un abrazo a tod@s y sigamos para adelante queridos hermanos....

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  A Diego Lozano Quiroz o Quiroz Lozano (MI ABUELO):

Aunque la ausencia embarque mi pesar. Aunque la distancia no se equipare a mil perdones. Se que en el fondo, muy en el fondo, tu amor fue tan grande para mi como el mío hacia ti, ahora cuando ya no existes al terreno sentir.

Vagara tu alma, buscando tu descendencia. Gravitara encima de techos sucios y maltrechos de esta gran ciudad gris, Lima extraña. En tu nombre, quizás esta noche, grandes y pequeños lloren tu ausencia, la ausencia de ese viejito de andar cansado pero amable. Figura de pasos invisibles que con su vehemente y tranquilo hablar callaba las voces hasta de los más inoportunos hijos y parientes. 

Fuiste ley, viejo de mi viejo, aunque tus cansados ojos ya no reconocieran a todos tus nietos, aunque tu memoria sólo viviera para con los menos ausentes. Viejito sabor a norte serrano, sonrisa de manos trabajadoras, espigas de arroz moliendo desde el interior de decenas de almas. Tu familia. 

Fresco al viento tu espíritu de seguro y ahora ríe a carcajadas, cargando en su alforja maíz y chicha pa´ el viaje que hoy has iniciado. Sabes viejito lindo, la vida es triste, muy triste y la siento ahora atorada aquí en mi garganta y también en la boca del estómago. Pero, para qué contarte más de mis sentires si de seguro y tú lo sabes mejor que yo. En tu vida ya tres mujeres se te han ido una más querida que la otra, un número parecido de hijos se fueron también antes que tú. Ahora y de seguro los estarás reconociendo y hablando con ellos de cuánto los extrañaste, pero que va de todas formas prontos todos nos reuniremos. Lamento mucho no haber podido acompañar a mi padre a tu funeral, allá en tu Chepén querido, eso tu de seguro y ya lo sabes, quizás así pudimos juntos haber aminorado el dolor de saberte perdido.

Pero querido abuelo, lo que más lamento ahora es no haber acompañado siquiera un poquito más con cariño los escasos años de tu vida otoñal. Negarme a mí misma reconocer un poco más mis raíces, saber de mi propia vida, recoger de tu propia voz las historias que a mis hijos en un fututo me hubiera gustado contar: Del hombre fuerte, del hombre que supo amar, que tuvo más de diez hijos con tres mujeres distintas, y de ellos varias decenas de nietos y bisnietos que desde ahora llorarán su partir.

 

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